lunes, 20 de julio de 2009

Lúculo y Apicio


La civilización romana contribuyó en gran medida a la evolución de la gastronomía en el viejo continente. Como ejemplo estos dos personajes del Siglo I. a C. responsables del desarrollo de las artes culinarias de aquella época.

Lúculo, un gran general, se dedicó al arte culinario cuando se retiró de sus campañas. Introdujo en Italia la cereza, el faisán y el melocotón. Se gastaba fortunas buscando manjares extravagantes y alcanzó la máxima celebridad con la frase: "Lúculo hoy come en casa de Lúculo", dando a entender a su mayordomo que no hacían falta invitados para comer bien.

Apicio es el autor del recetario de cocina más antiguo que se conserva el De re coquinaria, en cuyo libro VI, dedicado integramente a las aves aparecen recetas para condimentar los siguientes volátiles: avestruz, grulla, pato,perdiz, francolín, tórtola, palomas y pichones domésticos, tordos, becaligos, pavos, faisanes, ocas, aves hircosas, papagallos y pollos.


En estos banquetes además de la abundancia, se caía en la extravagancia de los platillos como lo demuestra el banquete que se hizo en honor a Aulio Vitelio a su regreso a Roma. Se dice que se sirvieron dos mil pescados de diferentes especies y siete mil aves; en una gran fuente de plata se ofrecieron también hígados de besugo, sesos de faisán, lenguas de flamenco y un monumental estofado.

El pastel de lenguas de ruiseñor o de sesos de alondra eran manjares que no faltaban en estas comilonas.


A finales del siglo I. a C. se produce, pues, algo novedoso (y religiosamente temible): un gran número de aves, no exenta de significado religioso, comenzaron por primera vez a ser consumidos en Roma. Plinio se lamenta de que la "gula humana" ha hecho que se extinguieran aves que antes existían pero que en su tiempo ya habían desaparecido y que están descritas en la Etrusca disciplina.